Antes que nada, quisiera compartirles mi experiencia en esta
“noticia” de dar pautas; pues me sentí un poco nerviosa, porque cambiaba mi
perspectiva de estar siempre sentada escuchando a los demás dar pautas, y ahora
los papeles se iban a cambiar, yo estaría frente a los demás hablando por
Jesús, y eso para mí era (es) una gran
responsabilidad.
Pero bueno, con todo y los normales nervios, estaba sin duda la
emoción ante esta invitación y por ello decidí prepararme, ¿Cómo? Poniendo más
empeño en mi oración, es decir, que ni un solo día me faltara de orar, nada de
que “tengo mucho trabajo” o “tengo un compromiso” todos los días, peleaba por
mi tiempo con Dios. Y, queriendo corroborar las palabras “Pidan y se les dará”,
yo me puse a pedir, no sé, fue una manera de sentirme más cerca de él, ya que
cosa que le pedía, él me concedió, desde lo más pequeñito que le pedí, en cada
una de esas cosas, Jesús me hizo sentir su presencia, que él estaba a mi lado y
me estaba escuchando…
Días antes de recibir el contenido de mis pautas, yo me sentía un
poco rara, la descripción sería que me sentía con “sentimientos encontrados”,
la verdad es que no sabía por qué me sentía así, a veces enojada, triste,
feliz, etc. mi estado de ánimo estaba cambiando constantemente y eso estaba
dañando a mí misma y por supuesto a mis seres queridos, y esas cosas
precisamente eran las que estaba orando. Pues entonces, pasaron los días y llegó
el contenido de mis pautas…y ¡oh sorpresa! La cita principal: (Filipenses 2-7)
“Tengan pues los sentimientos que corresponden a quienes están unidos a Cristo
Jesús (…)” en esa cita, me llamaba mucho la atención la palabra “sentimientos”
por lo que decidí investigar al respecto con información “mundana”.
Encontré que un sentimiento es provocado por una o varias
emociones, que a su vez generan un estado de ánimo… en otras palabras, las
emociones que me provocaban algunos hechos de mi vida cotidiana estaban
generando sentimientos de diversa índole y que todo junto afectaba mi estado de
ánimo.
Leyendo esto, pregunté a Jesús que ¿Qué me quería decir
exactamente? Y la respuesta: Revisa tus emociones, sentimientos y tu estado de
ánimo sin duda mejorará… y bueno ahí me tienen haciendo un análisis de las
cosas que había vivido últimamente, en mi casa, trabajo, con mis amigos y
amigas, etc… y sí, en definitiva, recordé algunos sucesos en los que me dejé llevar
por la emoción, momentos en los que no me detuve ni un poquito a pensar y que
me hicieron expresarme negativamente.
Reconocer esas acciones me hacían preguntarle a Jesús ¿Cómo le
hiciste tú para controlar tus sentimientos? ¿Cuáles eran tus sentimientos?
¿Cómo le hacías para no perder la cabeza y manifestar enojo, orgullo, etc.?
Y es que de una cosa si podemos estar seguros, él vino a la tierra
en la misma condición humana, así tal cuál como nosotros, (Filipenses 2-7) es
más hasta se desarrolló en un hogar humilde y sin riquezas, así que nosotros ni
pensar en poner pretextos que él sí podía ser así de bueno porque era el hijo
de Dios y además vivía muy cómodamente y con lujos…
Pero entonces, le preguntaba al señor que ¿por qué a nosotros nos
resulta tan difícil hacerlo? Comparando nuestros sentimientos con los de Jesús,
me daba cuenta de que su hilo conductor u objetivo principal, es el amor,
expresar su amor siempre, a pesar de todo. ¿Qué si él también llegó a tener
sentimientos negativos? Tal vez sí, pero la diferencia es que aún con esas
dificultades que le presentaba su condición humana, él vivía victorioso sobre
el pecado y la tentación, vivía en gracia con Dios Padre…
He llegado a escuchar quien dice que para Dios, la mente es más
importante que la conducta, y le pregunté a Jesús si realmente ¿eso es posible?
Porque para mí no tiene lógica pensar de una manera y comportarme de otra, me
imagino que hay muchas personas que así viven, son unos en el pensamiento y son
otros en lo que hacen… pero estas personas seguramente no son 100% felices, ni
están contentas con su incoherencia, además, como dicen “la verdad siempre sale
a flote”.
También le pregunté que si entonces la mente no es lo más
importante… ¿La conducta sí lo es? Pero no…tampoco estaría bien comportarnos
siempre “bien” y sentir odio en nuestro corazón, o pensar mal de los demás,
juzgarlos, etc. El hecho de que no hayamos cometido algún delito del mundo o ante
la ley, no nos convierte automáticamente en personas que siguen una vida
cristiana, seguir verdaderamente el camino de Jesús es más que no cometer
delitos y aparentar que todo “está bien”.
Ante todas estas preguntas que le hacía, el me iba contestando que
no me confundiera en querer saber qué es más importante o no para él, me
recordaba que si él vino al mundo a morir por nosotros, también lo hizo para
vivir y para enseñarnos cómo hacerlo…
Con ello nos demuestra que sí se puede y que aún con su apoyo podemos
lograrlo aún más… no debemos pensar que él es un ser lejano e inalcanzable, más
bien es cuestión de recordar el amor que nos demuestra y que quiere que también
demostremos a los demás.
Todo el amor de Jesús se encuentra reunido en la eucaristía, prácticamente
la eucaristía es el resumen del cristianismo, porque es el acto de amor más
grande mediante el cual se nos regala el amor, la vida, y no es cualquier
cosa…es por ello que debemos ser bien conscientes de que vivir en pecado nos
aleja de nuestro señor, es una forma de rechazarlo y no hacerlo parte de
nuestra existencia.
Nosotros también podemos amar como Jesús, también podemos tener y
vivir sus sentimientos, tal vez sea algo muy difícil de hacer o de imitar pero
no cabe duda de que verdaderamente vale la pena intentarlo. Los sentimientos de
Jesús son tan maravillosos que pueden ser parte de nuestra vida, y no de una
vida simple, sino una vida de amor y felicidad; ya por último quisiera agregar
unas palabras que me han hecho reflexionar sobre todo esto que les acabo de
compartir:
“Ser santo es amar a los que nos ignoran y a los que nos
desprecian, odian y nos hacen mal; es AMAR A LA TALLA DEL AMOR EUCARÍSTICO”
Katia
Vanessa Prado Cortés.