Jn 6, 44-51
"Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió. Y yo lo resucitaré en el último día.Está escrito en los Profetas: Serán todos enseñados por Dios, y es así como viene a mí toda persona que ha escuchado al Padre y ha recibido su enseñanza. Pues por supuesto que nadie ha visto al Padre: sólo Aquel que ha venido de Dios ha visto al Padre. En verdad les digo: El que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Sus antepasados comieron el maná en el desierto, pero murieron: aquí tienen el pan que baja del cielo, para que lo coman y ya no mueran.Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo."
Tercera semana
del tiempo pascual.
El que coma de este pan vivirá
para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.
Al leer esta cita, yo me cuestionaba: ¿Cuál pan? ¿A qué pan se refiere?. No
necesariamente se refiere al pan de comer, sino al pan de obrar bien, obrar
como Dios manda, actuar de forma correcta, estar en oración, tener los
contagios de fe, y dejar a lado esas tentaciones que encontramos en el día a
día y en ocasiones por debilidad caemos.
Dios
me decía, que además viera a ese pan de vida, como mi motor, como el generador
de energía, el que me da las fuerzas en momentos de debilidad, el que me da el
ánimo en momentos de tristeza, el que me da el ánimo para buscar las soluciones
a los problemas que surgen en nuestras vidas cotidianas, pero aquí me surgía la
pregunta de ¿Cómo alimentarme de ese pan?¿En dónde encontrar ese motor de
energía?, definitivamente la mejor manera de alimentar de ese pan de vida es
creer en Dios, como dijo, "Él que cree en mi, tiene vida eterna", es
estar en constante oración, tener los contagios de fe, pero no solo estar
presentes físicamente, sino espiritual y mentalmente, en cuerpo y alma, solo
así podremos alimentarnos del pan de vida que Jesús nos ofrece.
Además veía como la vida que
Jesús nos ofrece es directamente proporcional a la relación que tenemos con
Jesús e inversamente proporcional a las tentaciones que se presentan en
nuestros caminos. Y oraba que, a Jesús lo debemos de ver como a nuestro amigo,
a nuestro hermano, aquel que siempre esta acompañándonos y apoyándonos para
continuar y ver hacia adelante y no verlo como alguien inalcanzable, no verlo
solo como una imagen. Así mismo dejar a un lado las tentaciones y más allá de
referirme a una tentación carnal, es no caer en la tentación de dejar la
oración, los contagios de fe, las revisiones de vida.
Por lo tanto los horizontes del
corazón se abren a medida en que ahondamos
en la intimidad con el señor y nuestra vida se va fortaleciendo
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