Citas: Jn 3, 31-36 y Jn 20, 24ss.
En Juan 3, 31 empieza diciendo
"El que viene de arriba está por encima de todos". Entonces yo le
preguntaba a Jesús:"¿Quién es el de arriba?, y ¿Qué significa que está por
encima de todos." y me contestaba: "El Espíritu Santo. Y está por
encima de todos de la misma forma en la que un presidente de una compañía está
hasta arriba de la pirámide, porque guía a todos."
El Espíritu Santo está por encima de
todos, porque Él es quien nos dirige. Tiene poder y nos puede guiar. Es sabio,
nos sabe guiar. Es bonito descubrir que quien nos guía es alguien que se
preocupa por nosotros, que nos protege. Mucho más lo es saber quién es ese
alguien, y conocer su nombre y poder hablarle. Una forma de continuar con esa
convivencia con el Espíritu es mirar hacia Él, hacia arriba, no con los ojos
del cuerpo, sino con los ojos de la fe. Mirar hacia arriba es como reconocer
que hay que mirar con esperanza, como sabiendo que hay alguien que cuida de nosotros.
Como cuando un niño que va de la mano de su papá voltea hacia él y lo mira.
Después le preguntaba: "¿Quién
es aquel que es de la tierra?". Y me decía: "Aquel que no mira hacia
arriba". Porque dice la cita: "El que es de la Tierra habla de la
Tierra". Y es que quien no ha mirado a Dios, se queda mirando sólo lo
que hay en la Tierra. A veces somos tercos y no queremos mirar hacia arriba
pero a veces es por ignorancia, porque no sabemos que hay algo más. Es por eso
que quienes hemos visto dónde está la esperanza, que hemos mirado hacia arriba,
nos invita Jesús a compartir lo que sucede cuando levantamos nuestra
mirada.
Pero a veces cuando queremos
compartir, nuestras experiencias no son del todo recibidas, dice más adelante
la cita: "El que viene del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído,
y su testimonio naide lo acepta". ¿No te ha pasado que quieres compartir
tu experiencia de Jesús y no te creen? Para dar a conocer a Dios a veces hay
muchas trabas, por eso Jesús nos invita a usar nuestra creatividad, a imaginar
cómo hacer llegar el mensaje de su amor a los demás. Reconocer esto es
maravilloso porque uno se da cuenta de que Dios se fía de nuestra poca
creatividad, nuestra limitada capacidad, para darlo a conocer. Nosotros!! Que a
veces dibujamos un humano con bolitas y palitos!!, compartir a Aquel que ha
tenido tanta creatividad como para haber formado a millones de personas, todas
diferentes. Confía en nosotros, y nos deja hacerlo a nuestro estilo, como se
nos ocurra, para hacer que aquel que aun no conoce a Jesús, lo descubra. Pero
no nos deja solos en eso, nos comparte de su creatividad de DIos porque
"Nos da el espíritu sin medida". Cuando uno permanece mirando el
Espíritu descubre la manera de darlo a conocer. Entonces me preguntaba: ¿Cuando
he mirado al espíritu? ¿Que es eso que he vivido que me gustaría contar a otros
para que también miren hacia arriba? ¿Cómo lo contaría para que quisieran
también acercarse a conocer?
Ahora que vivimos en la segunda
semana después de la Resurrección, también me preguntaba ¿Qué tiene que ver
esto con la Pascua? Me decía Jesús: "Este es un tiempo que dedicamos para
reconocer al Espíritu Renacido, de mirar hacia arriba. Es tiempo de anunciar lo
que vemos a los que siguen viendo a tierra, pero también es tiempo de creer en
el Hijo "El que cree en el hijo tiene vida eterna".
Entendía que esta cita es una
invitación a seguir gozando de la vida nueva de la resurrección, recordando que
podemos mirar al Espíritu. Pero también recordar porqué creemos en Jesús. Este
pasaje de la Biblia nos habla a nosotros cuando somos los anunciadores para
alentarnos a hablar de lo que por medio del Espíritu hemos vivido, pero también
para alentarnos a seguir viviendo nuestra realidad de que debemos vivir una
vida de conversión que no se quede en la cuaresma, sino que sea una continuo
reconocer a Jesús y porqué creemos en Él.
Con una experiencia que tuve de
falta de fe la semana pasada, me sentía como Tomás cuando Jesús se apareción a
los discípulos y él no creía, y quería tocarlo para convencerse de que era real
(Jn 20, 24ss). Yo le decía a Jesús: ¿Porqué no experimento la paz que se supone
que uno ha de sentir cuando te sigue?. A lo que me contestaba: "¿Quieres
sentir?, ¿Quieres meter tu mano en mi costado para creer en mí?" Se me
venía a la mente el Soneto a Cristo Crucificado:
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
para dejar por eso de ofenderte.
ni me mueve el infierno tan temido
¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte
erpo tan herido;
muévenme tus afre
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu c
untas y tu muerte.
Muéveme en fin, tu amor, y en tal
manera
hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no
hdar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
Sobre
todo los últimos 2 renglones: "Aunque lo que espero no esperara, lo mismo
que te quiero te quisiera". Y entendí que uno espera a veces algo de
Jesús, para creer en Él: una señal, una experiencia, un milagro, ver que
alguien cambie. Sin embargo, uno puede tener una fe tan grande y creer si mira
al Espíritu, porque si hacemos eso, podemos creer en Jesús a pesar de que se
nos de o no, lo que de Él esperamos. Esto me hacía pensar en qué era
realmente lo que me hacía creer en Jesús. Y por último me quedaba con esta
pregunta ¿Porqué seguiría queriéndote Jesús aunque lo que espero
de ti no esperara?.
No hay comentarios:
Publicar un comentario